lunes, 22 de abril de 2013

AHORA SI...CINCO DÍAS EN PALERMO


Ya hemos vuelto. De hecho, ya han transcurrido doce días desde nuestro regreso. Mejor así. Los viajes, el  recuerdo y la huella que dejan en nosotros, como todo, es mejor dejarlos reposar. Además, esta ciudad, y el efecto que produce, es, como algunos medicamentos, de liberación lenta.
Siempre es pronto para sacar conclusiones, en un viaje en particular y en la vida en general, pero si tuviera que adelantar algo, tan solo diría que me he sentido feliz en muchos momentos, sobre todo, porque he logrado cumplir mi principal objetivo. Y esa era mi labor. No solo aprenderme la ciudad lo suficientemente bien como para enseñarla, no solo preparar itinerarios útiles que nos permitieran ver, sentir y probar casi todo. Cuando faltan las palabras es cuando empieza la verdad, y yo sé que en ocasiones, esta ciudad, os dejó, como a mí, sin palabras. Contrastes, intensidad, decadente y brutal belleza, hospitalidad, tradición, caos ... un baile entre la vida y la muerte al son de los acordes disonantes que acompañan una función de marionetas. Sé que la ciudad os transmitió su pasado y su presente, lo supe cuando mirabais por la ventanilla del avión aquellas rocas que anunciaban que llegábamos a un lugar diferente, cuando nos ofrecieron amablemente prosecco en la puerta de la trattoria Il Buon Gustaio mientras esperábamos nuestra mesa, cuando probasteís el postre de mandorle della mamma. Lo supe la primera noche cuando deambulábamos por sus calles,  cuando Pepe contaba chistes a la luz de los altares callejeros, cuando os miraba mientras mirabais la Fontana Pretoria, un segundo antes de preguntarme cuándo cenábamos. Lo supe en el palco real del Teatro Massimo, cuando recordábamos a Al Pacino en su escalinata, lo supe en las catacumbas de los capuchinos, en el mercado de Ballaró, en la Martorana, en los oratorios, en los cafés, en Monreale, en Cefalù y, sobre todo, en el Palacio Normando. Gracias por dejarme compartir vuestra emoción, vuestra sorpresa, vuestra perplejidad, vuestros escalofríos. Gracias por seguirme, por confiar, por escucharme. Incluso gracias por aquellas veces en las que ni me seguíais ni me escuchabais. Sé que era el efecto Palermo.    Y lo sé porque a mí también me afectó. Espero que este blog nos sirva a todos para recordar todo aquello que vimos y vivimos bajo ese maravilloso efecto. Ojalá esta liberación lenta o lenta liberación, os dure siempre. 



                
               























2 comentarios:

  1. Ay, la nostalgia de un paseo por el sur, por la ciudad especial que trasuda su pasado, abierta al viajero que esté dispuesto a amarla.
    Seguiremos informando. Seguiremos compartiendo. Besosss

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  2. "Et nous ferons de chaque jour toute une éternité d'amour, que nous vivrons abans mourir": palabras poéticas de Moustaki que reflejan mi deseo de desarrollo.
    Rollo intelectoemocional que sólo yo conozco y que se repite en los momentos de nostalgia en mi vida.

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