miércoles, 24 de abril de 2013

SEGUNDO DÍA - TERCERA PARTE


Nos quedaba aún por visitar otra de la joyas de Palermo, pero al salir de Ballaró nuestros estómagos rugían. Habíamos reservado mesa en un lugar precioso, y yo me llevé una agradable sorpresa. Estábamos en el barrio en el que yo me había alojado en mi anterior viaje, y recomendé un sitio al que solía acudir. Nada más entrar el dueño me reconoció. Lo mismo me pasó en la heladería que también recomendé y que estaba a pocos metros de allí. Me reconoció y me invitó al helado. Era mi barrio, si, pero tan solo estuve cinco días y habían pasado ya  tres años. Los palermitanos son así. Respecto al helado, solo decir que aún me conmueve recordar aquel momento en el que el sabor del café y de la nata bailaban en mis papilas. Algunos sucumbieron a la tentación conmigo. Y creo que tampoco se arrepintieron. Respecto a la comida, no sé qué le pusieron, pero lo que sí sé es lo que me costó que os centrarais después en la visita a San Giovanni degli Eremiti. Sus cúpulas rojas son uno de los símbolos de Palermo, y su hermoso claustro fue testigo de un momento divertido y entrañable. 




































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