jueves, 16 de mayo de 2013

LA MANO AL CUELLO ...


Cómo se agradecía una mano...sobre todo en el cuello. El tercer día no tiene última parte. La tuvo, pero yo no os pude acompañar. Una contractura con la que ya salí de casa, se fue cebando conmigo en Palermo hasta que esa tarde, aturdida en la puerta de la cripta, tuve que escuchar las señales de alarma que llevaba dándome todo el día mi cuerpo y mi mente, y frenar, ante el pánico de que mi viaje terminara en aquel momento. No mencionar esta circunstancia no sería justo, porque tuvo en estos días un protagonismo no deseado pero evidente. Esa noche fue una de las más largas que recuerdo ... un dolor que me inmovilizaba, y sobre todo el miedo de no poder cumplir con mi responsabilidad, me abatieron. Esa noche y la siguiente las pasé en una silla, y vi amanecer desde la terraza del Politeama dos días que ahora se anunciaban duros e inciertos. Cuando bajaba a desayunar y comprobaba al menos que podía funcionar, aunque fuera bajo mínimos, recuperaba las fuerzas, olvidaba la soledad y la oscuridad de la noche, daba las gracias y pensaba ... benditas drogas. Y así, dopada y medio anestesiada, pude, al menos cumplir, en mayor o menor medida, dependiendo del momento, la situación y los efectos del ibuprofeno, la misión por la que me encontraba en Palermo. 


Gracias a todos los que me entendieron, gracias a los que me cuidaron, me dieron sus consejos, me ofrecieron sus pañuelos, a los que se acercaban a mirar los carteles para que yo me ahorrara unos pasos, a los que se ofrecían a llevarme la mochila, a los que me enseñaban ejercicios, a los que me suministraban el dopaje, a los que se interesaban por mi estado a cada momento, a los que valoraron mi esfuerzo,  a los que pusieron su mano en mi cuello, y sobre todo en mi hombro. Insisto, GRACIAS a los que lo entendieron. Y gracias a todos. 


3 comentarios:

  1. Cuesta recordar cada momento de los días pasados en Palermo.
    Esta "entrada" nos lleva a los momentos donde los compañeros del viaje se sentían impotentes de aliviar tu dolor "físico". Fue difícil casarlo con la euforia de las expectativas turísticas pero sabíamos que todos estábamos ahí, contigo, intentando aportar soluciones prácticas para que tu pudieras seguir con tu misión "y no morir en el intento".

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  2. La foto... Como diría Paquitina, la masajista parece Amparo, la del Escorial, pero quien lo recibe está en la gloria, con la esperanza de que ese masaje alivirá su dolor y podrá seguir con el plan establecido para el día.
    Y salió!

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  3. Esa Paquitina soy yo verdad??? Tú cumpliste demasiado para como estabas, sabes que hubo quien no lo entendió, pero allá ellos.

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